
Hemos inventariado todo el dolor que eventualmente el verdugo podía extraer de cada pulgada de nuestro cuerpo; luego con el corazón oprimido, fuimos e hicimos frente.
Partage Formel, René Char.
La diplomacia mexicana ha muerto, le han sacrificado primero Fox y ahora Calderón, el primero por cortedad, el segundo por cálculo; en su lugar se levanta una escenografía global con utilería nacionalista. El reparto es de primer nivel. Florence Cassez, belleza francesa que los medios sacan del anonimato judicial, acusada de operar una red de secuestradores.
Ante el acontecimiento, Sarkozy cruza el mar, junto con su hermosa esposa, haciendo escala romántica en las playas del pacifico mexicano. Frivolidad. Gesto demagógico para el elector de derecha que ve en los trópicos tristes una injusticia para su connacional; o viceversa, que ve en la francesa una versión posmoderna del neocolonialismo galo. Inicia la puesta en escena. Paparazzi. Teatralidad. Sarkozy hace como que presiona, Calderón hace como que resiste. Las antorchas nacionalistas se encendien en todo Paris y en la Ciudad de México. Se atiza la intolerancia, el resentimiento, el odio. Finas especies con las cuales se nutre el discurso beligerante de las derechas.
Sarkozy regresa a Francia con una comisión binacional en las manos para la euforia xenofóbica de los franceses ultranacionalistas. Calderón se queda como un defensor de la patria y la justicia, apuntalando el discurso oficial de que las amenazas no sólo están en la esquina de nuestros hogares, sino que vienen también de ultramar. En Los Pinos alguien piensa que nuevamente las armas mexicanas se han cubierto de gloria. Seguimos a la espera de que las encuestas midan el hecho de esta telenovela de precampaña electoral panista.


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